martes, 29 de junio de 2010

Bolívar en Huamachuco

Por: Luis Peña Rebaza
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar y Palacios, más conocido como Simón Bolívar, llega a Huamachuco en abril de 1824. Es la segunda vez que visita la ciudad, venía de Huaraz y en esa oportunidad se alojó en la casa del Párroco, Pedro José Soto y Valverde.
Al respecto, para recibirlo en esta segunda ocasión se disponen grandes preparativos por parte del pueblo y la Municipalidad. Los balcones de las viviendas y calles por donde va a pasar la nutrida comitiva son adornados con hermosos arcos triunfales llenos de flores. Rosas, hortensias, geranios y claveles, además se tienden pañolones y mantas para tan digno paso…Es recibido en el Puente Grande, que divide en dos sectores a la ciudad, a un costado de la histórica Casa de Arcos. Dos hermosas jóvenes huamachuquinas, Tomasa Miranda y Bernardina Urquiaga, flanquean sus costados, Bolívar las toma del brazo y caminando se dirige hacia la plaza de Armas. Entonces, se conoce sobradamente su gran debilidad con el sexo opuesto. Cuando Bolívar es enviado por sus preceptores a Europa, viaja con su insigne maestro Simón Rodríguez, aquel jacobino promotor y testigo del famoso juramento del monte Aventino en Roma. En el viejo continente se vuelve un visitante asiduo en los elegantísimos salones parisinos. Las damiselas se disputan sus miradas y favores y él como buen criollo, apasionado y romántico, no pierde el tiempo. Por cierto, además de una de las fortunas más cuantiosas de Caracas, posee un especial atractivo.
En el trayecto a la enorme plaza, aproximadamente unos seiscientos metros, es aclamado con fuertes vivas y sonoros aplausos por la población colocada en veredas y balcones. A su paso arrojan coloridas flores que, al sufrir las pisadas de la numerosa comitiva civil y militar que lo acompaña, van quedando cual inertes testigos de este inolvidable suceso. Bolívar es alojado en la casona del Dr. José Faustino Sánchez Carrión, ubicada en una esquina de la plaza de Armas.

Días antes, el general Jacinto Lara envió con su ordenanza un recado a los señores municipales para que designen una persona que lo felicite a nombre de Huamachuco; con la salvedad que el Libertador es un hombre muy leído y que no le agradan simples palanganadas. Con tal advertencia, los municipales fueron a ver al mencionado Párroco, quien se excusó diciendo que a él le corresponde hablar en la misa. En tal situación, recomienda que sea el señor Rebaza, en virtud de su amplia cultura, capacidad intelectual y dotes de oratoria. Así que el discurso de bienvenida se encarga al ex estudiante del Seminario de Trujillo, Jacinto María Rebaza, quien entonces se desempeña como Administrador de Rentas de Huamachuco y Pataz, antes había laborado en la Secretaría del Marqués de Torre Tagle, cuando ejercía la presidencia del país en la ciudad de Trujillo.

Brinda un discurso de bienvenida muy bien centrado, profundo y extenso. Compara el genio del Libertador, con el de Alejandro, César y Napoleón, señalando que la figura de Bolívar, aún supera los talentos de los genios mencionados, por su apego a la libertad y justicia, valores supremos del ser humano.

Bolívar escucha atentamente sus palabras, al terminar el discurso, pregunta:
-¿Quién es éste joven de la arenga?...-

Estando acantonado en Huamachuco, el ejército patriota se apertrecha de urgentes necesidades: acémilas, víveres, armas de fuego y bayonetas y, asimismo, hombres para incrementar las tropas. En la llanura de Purrumpampa ensayan el despliegue y movimientos estratégicos de infantería y caballería y, se aclimata al frío de la sierra. Hechos fundamentales para, meses después, lograr las decisivas victorias de Junín y Ayacucho que consolidaron nuestra Independencia.

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